El 14 de mayo de 1836 marcó un momento crucial en la historia de Texas y México con la firma de los Tratados de Velasco. Estos tratados representaron un hito significativo en la lucha por la independencia de Texas y marcaron el final de la fase inicial de la Revolución Texana.
En una acción que cambiaría el curso de la historia, Antonio López de Santa Anna, presidente de México en ese momento, firmó los Tratados de Velasco, reconociendo oficialmente la independencia de Texas. A cambio de este reconocimiento, Santa Anna obtuvo su libertad, ya que había sido capturado por las fuerzas texanas después de la Batalla de San Jacinto.
Los Tratados de Velasco estipularon, entre otras cosas, que Santa Anna sería liberado inmediatamente y que las tropas mexicanas se retirarían al sur del río Bravo. Además, se acordó que los prisioneros de guerra mexicanos serían liberados y que se respetarían las propiedades y derechos de los ciudadanos mexicanos que permanecieran en Texas.
Si bien los Tratados de Velasco fueron un paso importante hacia la independencia de Texas, su validez y legitimidad fueron objeto de controversia. El gobierno mexicano nunca reconoció oficialmente los tratados, argumentando que Santa Anna los había firmado bajo coacción mientras era prisionero de guerra. Por otro lado, Texas consideró los tratados como un acuerdo legítimo que garantizaba su independencia.
A pesar de las disputas sobre su autenticidad, los Tratados de Velasco sentaron las bases para el establecimiento de la República de Texas y allanaron el camino para su posterior anexión a los Estados Unidos en 1845. Este día histórico sigue siendo recordado como un punto de inflexión en la lucha por la independencia de Texas y como un símbolo de la voluntad del pueblo texano de forjar su propio destino.