El 19 de septiembre es una fecha que marca a fuego la historia de México. Un día en el que la tierra tiembla, pero el espíritu humano se fortalece. Un día en el que la tragedia se entrelaza con la solidaridad, dejando una huella imborrable en el alma de cada mexicano.
En 1985, un terremoto sacudió la Ciudad de México, dejando a su paso una estela de destrucción y dolor. Edificios se convirtieron en escombros, vidas se apagaron y el miedo se adueñó de la ciudad. Sin embargo, en medio de la oscuridad, surgió una luz: la solidaridad. Vecinos, desconocidos, jóvenes y adultos se unieron en una sola voz, levantando escombros, buscando sobrevivientes y brindando apoyo mutuo.
La imagen de miles de mexicanos trabajando incansablemente para rescatar a sus semejantes se convirtió en un símbolo de esperanza y unidad. Aquel día, los mexicanos demostraron que ante la adversidad, la solidaridad es la fuerza más poderosa.
Desde entonces, el 19 de septiembre se ha convertido en una fecha de conmemoración y reflexión. Cada año, millones de mexicanos participan en simulacros de sismo, recordando la importancia de la prevención y la preparación. Pero más allá de los protocolos de seguridad, el 19 de septiembre es un día para honrar la memoria de las víctimas, para agradecer a los héroes anónimos que nos salvaron y para reafirmar nuestro compromiso con la solidaridad.
La tragedia de 1985 dejó una cicatriz en el corazón de México, pero también nos enseñó una valiosa lección: que somos más fuertes cuando estamos unidos. El 19 de septiembre nos recuerda que la solidaridad no es solo una palabra, sino una acción que nos define como pueblo.