El Solsticio de Verano es un fenómeno astronómico que ocurre dos veces al año, cuando la Tierra alcanza su máxima inclinación hacia el Sol. En el hemisferio norte, como es el caso de México, el solsticio de verano marca el día más largo del año y la noche más corta.
Este evento ha sido celebrado por diversas culturas a lo largo de la historia, simbolizando la fertilidad, la renovación y el inicio de un nuevo ciclo. En México, las comunidades indígenas han realizado rituales y ceremonias para conmemorar el solsticio de verano durante siglos.
En la época prehispánica, los mexicas construyeron monumentos como El Castillo en Chichén Itzá para alinearlos con la salida del sol durante el solsticio de verano. Estas construcciones reflejan la profunda conexión que estas culturas tenían con los ciclos celestes y la importancia que daban al solsticio de verano.
En la actualidad, el solsticio de verano sigue siendo un motivo de celebración en México. En algunas regiones del país, se realizan festivales y eventos culturales para conmemorar este evento. También es una época popular para realizar actividades al aire libre, como senderismo, camping y picnics.
Además del solsticio de verano, el 21 de junio también se celebra la Fiesta de la Música, una celebración internacional que promueve la música en vivo y gratuita. Esta festividad se originó en Francia en 1982 y rápidamente se extendió a otros países del mundo, incluyendo México.
En México, la Fiesta de la Música se celebra en diversas ciudades, con conciertos y presentaciones musicales en calles, plazas y espacios públicos. Es una oportunidad para que músicos profesionales y aficionados compartan su talento con la comunidad y para que el público disfrute de una gran variedad de géneros musicales.
El Solsticio de Verano y la Fiesta de la Música son dos eventos que celebran la riqueza cultural y la alegría de vivir en México. Son una invitación a conectar con la naturaleza, disfrutar del aire libre y apreciar la belleza de la música.