Querétaro, 5 de febrero de 1917. En medio de un país marcado por los estragos de la Revolución Mexicana, el presidente Venustiano Carranza promulgó la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, un documento que transformaría la vida política y social del país.
La nueva carta magna sustituyó a la Constitución de 1857 e introdujo principios innovadores, convirtiéndose en una de las primeras en el mundo en reconocer derechos sociales. Entre sus artículos más destacados, estableció la educación laica y gratuita (Artículo 3), la reforma agraria (Artículo 27), y los derechos laborales como la jornada de ocho horas y el derecho a la huelga (Artículo 123). Además, consolidó la separación entre Iglesia y Estado, fortaleciendo el carácter laico de la nación.
El proceso de redacción se llevó a cabo en el Teatro de la República en Querétaro, donde el Congreso Constituyente, conformado por diversas corrientes ideológicas, debatió intensamente cada artículo. A pesar de las diferencias, la Constitución logró un equilibrio entre las demandas revolucionarias y la necesidad de estabilidad.
A lo largo del siglo XX, la Constitución de 1917 ha sido reformada en múltiples ocasiones para adaptarse a los cambios sociales y políticos de México. Sin embargo, su esencia sigue vigente, consolidándola como un símbolo de justicia y progreso.
Hoy, cada 5 de febrero, México conmemora esta fecha como un recordatorio de los ideales de la Revolución y de la importancia de mantener un país basado en la justicia, la igualdad y la democracia.