Ciudad de México, 2 de agosto de 1968. Un fuerte temblor sacudió esta mañana a las 8:06 horas a diversas regiones del país, con epicentro localizado a 39 kilómetros al noroeste de Pinotepa Nacional, Oaxaca. El movimiento telúrico, de tipo oscilatorio y magnitud 7.3 en la escala de Richter, provocó alarma y daños considerables en la zona afectada.
Oaxaca, la más afectada. El estado de Oaxaca fue el que resintió con mayor intensidad los efectos del sismo. Reportes preliminares indican que al menos 17 personas perdieron la vida y decenas resultaron heridas. Ciudades como Pinotepa Nacional sufrieron daños estructurales en viviendas y edificios públicos, dejando a miles de personas sin hogar.
Impacto en la Ciudad de México. Aunque el epicentro se ubicó en Oaxaca, la Ciudad de México también sintió el temblor. Con una duración de 72 segundos, el movimiento telúrico generó pánico entre la población y provocó interrupciones en los servicios básicos como electricidad y telefonía.
Respuesta de las autoridades. Ante la magnitud del desastre, las autoridades locales y federales activaron los protocolos de emergencia y desplegaron equipos de rescate para atender a las personas afectadas. Asimismo, se iniciaron labores de evaluación de daños y se proporcionó ayuda humanitaria a los damnificados.
Un recordatorio de la vulnerabilidad. Este sismo sirvió como un crudo recordatorio de la vulnerabilidad de México ante fenómenos naturales como los terremotos. La experiencia adquirida en este evento permitió fortalecer los sistemas de alerta temprana y las medidas de prevención en todo el país.
¿Qué podemos aprender? A pesar de que han transcurrido décadas desde este evento, el sismo de 1968 sigue siendo un referente en el estudio de la sismicidad en México. Su análisis nos permite comprender mejor los procesos geológicos que originan estos fenómenos y tomar medidas para reducir el riesgo ante futuros eventos de esta naturaleza.