“Hamilton ¿Quién cuenta tu historia?”

“¿Cómo es que un bastardo, huérfano, hijo de una prostituta y un escoces, dejado en medio de un lugar olvidado del Caribe por la Providencia, empobrecido, viviendo en la miseria, pudo crecer para ser un héroe y un erudito? “

Con están palabras se da apertura a la biografía musical de Alexander Hamilton, una obra que nos cuenta la historia de este personaje y al mismo tiempo el cómo se desarrollaba la política del siglo XVIII. Llevada a cabo por Lin-Manuel Miranda, creador de la música, la letra, el libreto y siendo el mismo el actor protagonista acompañado de un gran elenco multiétnico.
¿Cómo es que una obra sin efectos especiales, sin nombres de marquesinas y casi sin actores blancos pudo convertirse en una visita obligada en Broadway?

Fue inspirada en ‘Alexander Hamilton’, biografía escrita por el historiador Ron Chernow en 2004, la cual, gracias a el musical, hoy en día se considera un best-seller, entre sus más destacables reconocimientos están once premios Tony, un Grammy al mejor musical, un Pulitzer a mejor drama y siete premios Drama Desk. Miranda encontró en Hamilton a una figura bribona, borracha de palabras, con una ambición imparable, un talento descarnado, un ego enorme y un anhelo de combate físico y verbal. Descubrió entre la letra las líneas pequeñas de la historia de E.U. a un hombre fascinante, mientras muy poca gente se interesaba por el tipo que aparece en el billete de diez dólares
¿Quién pensaría que la creación del banco nacional se convertiría en un fenómeno pop?
Hamilton nació en 1755 (ó 1757) y murió en un duelo a muerte en 1804 contra el vicepresidente Aaron Burr. Entre ambos hechos, Hamilton fue un niño pobre que quedó huérfano en el Caribe y con este hecho inmigro a New York, llevándolo a servir en el ejército personal de George Washington, y a convertirse en uno de los padres de la política económica de Norteamérica y mano derecha del primer presidente.
En este espectáculo observamos a figuras insurgentes tratado de darle formato a un país sin molde, Washington, Jefferson, Madison, todos se encuentran aquí, participando en la guerra y escribiendo constituciones y puntos de debate sobre la estructura económica, llenos de adrenalina, con sus rimas que tratan de dar orden al caos. Antes de ser padres fundadores, ellos eran hijos rebeldes, actuando a un ritmo liberador que en lugar de ceder, siempre parecía incrementar.
Una de las características más destacables del genio de “Hamilton” es el cómo se obvia un vínculo entre el hip-hop y la historia política del siglo XVIII, sin que parezca una presunción impuesta. “La idea de que el hip-hop sea la música de la revolución me atrajo inmensamente”, dice Miranda. ” Se sintió bien ”. Todas las canciones buscan hacer drama o a veces, comedia, lejos de la historia política y burocrática pesada.
Podríamos considerar a ‘Hamilton’ un producto cultural genuinamente norteamericano, ya que contiene grandes contribuciones al mundo moderno como el teatro musical, el hip-hop, el sueño americano, la democracia y el mestizaje cultural, algo que a día de hoy sabemos que es la piedra sobre la que se levantó una nación. Hamilton era, al igual que Miranda, un inmigrante que inspiró
a todo un pueblo de iguales. En la propia obra se nos muestran las complejidades constitutivas de formar grupos a través de elementos desiguales; anteriormente en el teatro popular estadounidense existió una etapa donde los actores blancos se ennegrecían para realizar interpretaciones racistas de afroamericanos. Hamilton, por su parte, nos ofrece descripciones entendibles y perspicaces de los estadounidenses blancos arquetípicos, los padres fundadores y las madres, compuesto casi en su totalidad por personas de color. “El programa refleja cómo se ve Estados Unidos ahora”, declaro Miranda. Es impresionante cuán fácilmente el público se ambienta a su ceguera daltónica, aceptando a un latino Alexander Hamilton, un George Washington negro y un Thomas Jefferson que se pavonea.
“Hamilton” no es solo un drama histórico, es historiográfico. El espectáculo culmina haciendo una pregunta, “¿Quién vive, quién muere, quién cuenta tu historia?”, que invita a reflexionar sobre la creación y difusión de las narraciones históricas. El viejo proverbio de Broadway sustenta que un musical debería enviar a su audiencia a su casa zumbando. ” Hamilton ” hace eso, pero también lo envía a pensar, y a hacerse preguntas sobre el pasado y el futuro del país; sobre la forma en que clasificamos a los jugadores históricos en ganadores y perdedores, héroes y villanos, mártires y asesinos. “Podríamos estar todos muertos mañana”, explica Miranda. ” ¿Quién cuenta nuestra historia? ¿Se lo dirá? No tenemos forma de saberlo. En esencia, de eso se trata el programa. Estamos contando la historia de alguien que no creo que espere que se lo cuente de esta manera, si estuviera vivo. Pero él quería mucho que se contara su historia. Los siguientes cuatro presidentes, Jefferson, Madison, Monroe y John Quincy Adams, todos odiaban a Hamilton e hicieron lo mejor que pudieron, ni siquiera para asesinar a su personaje, sino para enterrarlo por omisión” Miranda declaro en algún momento que recibía correos sobre el programa a las tres de la mañana “Son mensajes de la noche oscura del alma” dice que ‘‘¿Quien vive? ¿Quién muere? ¿Quién cuenta tu historia? Creo que esa es la razón por la cual, cuando recibo correos electrónicos sobre este programa […] porque es una pregunta con la que lidiamos todos. Es una pregunta que todos planteamos al final”

América, gran sinfonía inconclusa, me llamaste. Me dejaste hacer la diferencia. Un lugar donde hasta lo huérfanos inmigrantes pueden dejar sus huellas y… ¡Levantarse!

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