Los principales problemas de los emprendedores latinoamericanos

La cultura emprendedora cada vez incrementa más en diversos países del mundo, y Latinoamérica no se queda atrás. Se han puesto en acción las universidades, el gobierno y el sector privado los cuales juegan un rol en la creación de entornos favorables para el emprendimiento innovador, mantener la formación de grandes empresas desde una etapa temprana y confiar en su capacidad de crear cambios en la economía de una región.


El estado del medio emprendedor en Latinoamérica, según el Índice Global de Emprendimiento 2018, está mejorando, sin embargo, nos muestra niveles muy desiguales de crecimiento. Con un 59%, Chile superando al resto de la región, seguido por Colombia con un 38%, continuando con Perú, México y Argentina con un 28%, 26% y 24% respectivamente.

A pesar de esto se sigue invirtiendo poco capital en áreas como ciencia, tecnología e innovación. En relación con el PIB pasó de 0.63% a 0.74% entre 2009 y 2014, siendo un incremento que está lejos de llevar a la región al nivel promedio de los países que, en cambio, destinan alrededor del 2.3 % del PIB.
Otras problemáticas existentes son la escasa disposición de financiamiento, En donde menos del 20% de las pymes puede acceder al sistema financiero, y si se considera a las microempresas, nos encontramos que su acceso es prácticamente cero.
A lo anterior podemos sumarle una organización desigual donde a las empresas más pequeñas se les cobran tasas de intereses 5 ó 6 veces más altas que las grandes empresas.

 

El desarrollo de las pymes y grandes empresas resultará de avances en el régimen de la educación, la innovación y la industria, así como de la extensión de la cultura emprendedora, incrementando su densidad, en donde los inversionistas estén dispuestos a apostar por las empresas en una etapa temprana, fortaleciendo las bases científicas, tecnológicas y cerrando la brecha de la economía digital de los países de la región.

La creación y expansión de las instituciones, redes y mercados son requeridas por los emprendedores siendo también un factor importante en el dinamismo innovador de un país, fortaleciendo el lienzo empresarial, creando competencia, novedades en productos, servicios y modelos de negocios, y con esto abriéndose camino a nuevos mercados, formando soluciones novedosas a problemas emergentes. También dependen de factores, como un entorno favorable para los negocios y un sector financiero disponible para invertir a mediano plazo en proyectos de alto riesgo.

En el fomento de las pymes y grandes empresas, el seguimiento y evaluación es algo esencial debido a los cambios que un país pueda experimentar  en cuestión de nuevas formas de apoyo para responder a las necesidades cambiantes del entorno.

 

El país que más avanza en el desarrollo de empresas entre 2012 y 2016 es México, fortaleció la institucionalidad con la creación del Instituto Nacional del Emprendedor (INADEM) en 2013, y así se cierra la grieta de financiamiento en etapas tempranas, volviendo a introducir capital semilla, superando así uno de los mayores retos identificados en OCDE (2013). También pasa a ser la segunda industria de capital de riesgo más activa de América Latina, después de Brasil. México facilita la producción de empresas con la aprobación de la Ley de Empresas en un Día, y actualiza los servicios a los emprendedores poniendo en marcha redes de mentores y espacios de trabajo colectivo.

 

Más que de grandes financiaciones públicas de capital en tema de presupuesto, las políticas de empuje a las empresas en crecimiento, necesitan ser pensadas y diseñadas de forma ágil. Asimismo requieren instrumentos ligeros y rápidos, alianzas con los diferentes sectores públicos y privados, la diversificación productiva y la inclusión en la nueva economía digital son objetivos claves y urgentes para los países de la región. Ello permitirá dar los pasos necesarios hacia un avance sostenible que responde a las demandas que van en aumento de las sociedades latinoamericanas, y en especial de sus jóvenes.

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